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Una experiencia inolvidable: Al castillo del Collado

VISITA AL CASTILLO DEL COLLADO
Un bonito viaje el que dimos  la clase de 6º al castillo del Collado. Un día con un tiempo, no muy nublado, y una temperatura húmeda. Salimos de la clase muy nerviosos, ¡Teníamos muchas ganas de pasar un día fuera del cole! Emocionados, todos escogimos un compañero para charlar durante el camino hasta la parada del bus municipal… Esos pocos minutos de recorrido, nos lo pasamos genial. Una vez estábamos cerca de la parada del bus, estábamos muy contentos, ya que, los niños del colegio Agapito (al lado de la parada del bus) estaban en clase, y nosotros, afuera, disfrutando de ese día tan emocionante. Una vez cogimos el bus, y estábamos todos sentados, algunos se lo pasaron súper bien, otros, se durmieron en el bus (inexplicable con el ruido que hacíamos) y otros… Bueno otros, estábamos muy mareados jeje… Para muchos el paisaje ya era conocido, estábamos en Escobedo, en donde vive mucha gente de nuestra clase, lo reconocían todo, ¡Incluso pasamos cerca de las casas de algunos! Una vez nos bajamos, recordamos bonitos momentos (cumpleaños quedadas etc…) De camino a nuestro destino, encontramos flores, perros, gatos, etc… Unos hablaban, otros se reían, otros… Son demasiadas cosas las que podemos llegar a hacer a la vez, imposibles de contar en un solo texto… Unos minutos después llegamos a la zona, más divertida para muchos “La hora de escalar”.  Subimos por un terreno inclinado, lleno de rocas, ramas… etc… Los que alguna vez habían practicado el deporte “Parkour” Fueron los más rápidos en llegar a la cima, los que tirábamos como podíamos, ¡Puf! Eso parecía un poco… ¡Mágico! Hasta que luego, algunos nos dimos cuenta de que la técnica no era ir hablando y mirando para atrás, porque te podías dar un golpe (Lo digo por experiencia) A la mayoría, esa parte nos fascinó “La subida a la cima”… Cuando llegamos a la cima, era un paisaje precioso, rodeado de vegetación, con unos leves rayos de luz que entraban por los agujeros de los árboles… Nos sentamos en una roca húmeda, con un poco de musgo, una especie de “sofá natural”  Una vez todos atendimos a la explicación, ¡Bueno! De hecho, no nos dio tiempo a acabar, ¡Tuvimos un pequeño dilema con un abejorro! En ese momento… El bosque se quedó en silencio… Y no por nada raro, ¡Sino porque nos habíamos quedado como estatuas para que no se nos acercase! Cuando la abeja se cansó de ver estatuas, se fue, y proseguimos con la explicación… Cuando acabamos, tomamos nuestro tentempié, y jugamos al escondite… Pero… No a un escondite normal… ¡Sino por las ruinas de una fortaleza! Cuando nuestra guía nos llamó, fuimos a un mirador que estaba  al lado… Una o dos preguntas después, regresamos al bus. De vuelta, bajando de nuevo la colina (esta vez con un poquito más de cuidado eh…) De nuevo en el terreno plano, fuimos cantando y haciendo el tonto hasta la iglesia de Escobedo ¡Y que no se me olvide! Un burro, nos cogió manía a unos cuantos… Llegamos a la iglesia, nos explicaron varias cosas, y volvimos al bus… En este viaje de vuelta, mucha gente se quedó dormida, el gran paseo que dimos, si se notó en algo ¿O me equivoco? Bueno, esta vez, (más que la anterior) varios fuimos de pies ¡Qué suerte! ¿Cómo dices… Que por qué preferimos ir de pie si ir sentado es lo más cómodo? Puf… Como explicártelo ahora… Los niños… Tenemos esa mentalidad (No todos)… Y una vez acabamos ese bonito viaje en bus, llegamos al cole, algunos muy nerviosos (como nos suele pasar de costumbre) y otros (un grupo de menos integrantes) medio dormidos y en calma total)…
UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE. (¡Ah! Y como no, nos llevamos deberes de ese sitio jeje)


Autora: Lía Rodríguez, 6º de primaria