Como ya viene siendo tradición, nos «dan calabazas en todos los sitios»: las familias, los vecinos, las nacidas a partir de las semillas de las anteriores… Esta vez nos hemos lucido porque hemos colocado el horno en un rincón de la clase y hemos tostado las semillas para comérnoslas ¡estaban riquísimas! También hemos cortado la calabaza en trozos y comprobado lo dura que tiene la piel y la hemos asado, ya blandita la hemos aplastado para hacer puré, que aadido a los archiconocidos ingredientes del bizcocho de yogur nos ha dado como resultado dos estupendos bizcochos de calalbaza que nos hemos zampado hoy como aperitivo y merienda.
Así que hemos sentado un precedente y ya no podemos decir que la calabaza no nos gusta.